martes, 5 de octubre de 2021

ANTOLOGÍA 2020: UNA MIRADA

 



UNA MIRADA
 
 
Perú nunca volvió a amanecer igual. Tras ser tomado por las falanges de Pizarro, en 1532, el cielo se tiñó de un penetrante rojo.
 
Martín de Molina, el más joven de la tropa, nunca pidió estar ahí. Era aquello o la horca, ya saben. Tenía diecisiete años y una visión pacifista que le impedía mirar a los ojos de los incas. Solo levantó la vista una vez, un fogonazo, y vislumbró una de esas miradas por las que bien vale la pena vivir una vida.
 
Ante él estaba la princesa Quispe Sisa, perdida entre el tumulto. Vestida de campesina, había acudido a la plaza de Armas de Cajamarca. Allí palidecía su hermano, Atahualpa, último emperador inca, sentado en el garrote vil. Abatida le vio exhalar su último aliento.
Martín se acercó a ella y la tomó entre sus brazos. Sobraban las palabras. Tampoco se hubieran entendido. Aquel ligero acercamiento fue suficiente para que el zagal descubriera dos cosas: lo que era el amor y lo que era el odio.
 
Por orden de Pizarro fue detenido. Grave delito el de mestizaje. A ella la acusó de seductora. A él le condenó por inmoral. A ella la castigó con hacerla su esposa. A él con presenciar la boda y con pasar el resto de su vida en una cárcel sin ventanas.
 
Pasaron los días, y Martín dejó de contarlos con tiza en su pared. Solo el recordar aquella mirada le hacía sentirse vivo.
No sería hasta pasados tres inviernos cuando un indulto firmado por Carlos I desembarcó en la ciudad: liberaba a todos los españoles presos que penaban en Perú. Sin apenas dinero, Martín comenzó una nueva vida como agricultor. Y se prometió no volver a despegar la vista del suelo.
 
Hasta a aquel domingo de febrero, en un mercado abarrotado, cuando se chocó con una campesina que desprendía un halo de alta alcurnia. Pizarro se había cansado de ella al poco de subirse al altar. Sus miradas se volvieron a encontrar. Y, telepáticamente, se lo dijeron todo sin mover los labios.
—¿Por qué no me buscaste?
—Pensé que ya no me esperabas.
—No te vayas nunca más.
 
 
Daniel S. P.
(XIV Antología)
 
 
 
 


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