«… Me fue encomendada la misión postrera
de actualizar el archivo de libros y documentos y he consumido mis excedentes
de sal vertiendo lágrimas sumisas. Hubiera podido desoír una orden que venía
sin guillotina, aducir fatiga o presbicia o inanición, pero… como amo más a los
libros que a mis congéneres, puse mi máximo empeño en ceder a un usufructuario
desconocido, con el mayor de los órdenes, un tesoro que no por provenir en
buena parte de la metrópoli conviene destruir. Lo diferente nos expande...»
(pág. 12, Juanma Velasco Centelles, «Balance y balanceo»). Segundo Premio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario