UN HOMBRE BICENTENARIO
Muchos años atrás, Valdez había tenido que contentarse con asistir sin ninguna formalidad al Anfiteatro Anatómico de Lima; ahí, en calidad de espectador y con voluntad autodidacta, aprendía del doctor Hipólito Unanue sobre el organismo y la salud. Incluso, cuando cimentó sus saberes, tuvo que ocultar su nombre y procedencia tras un seudónimo poco afrodescendiente para firmar sus primeros artículos: fue Joseph Erasistrato Suadel en el Mercurio Peruano. Nacido en el siglo xviii de un padre español carente de poder y una esclava que consiguió su manumisión, este mulato es una de las personalidades que firmó el Acta de la Independencia del Perú en 1821; habían trascurrido tres lustros desde su «dispensa de color».
Mientras José de San Martín lideraba la corriente libertadora del sur y proclamaba la emancipación del Perú, Valdez se orientó a emancipaciones más domésticas. Él preparaba su Memoria sobre las enfermedades epidémicas que se padecieron en Lima el año de 1821. Cuando la sociedad proyectaba un futuro de batallas y muerte para asegurar la libertad, este hombre profundizaba en torno a la preservación de la vida.
Sostenía en su memoria: «Una historia completa y luminosa de las enfermedades que se padecen en Lima debe ser sin duda el primero y más poderoso medio de perfeccionarla». Doscientos años atrás, un visionario de la salud pública. Valdez, el célebre mulato que además de científico fue poeta místico, quizá sea el máximo libertador peruano de 1821.
Lima, 1976, reside en Barcelona
Licenciado en Literatura, diplomado en Docencia en Educación Superior y máster en Derechos Humanos. Prepara su tesis doctoral para la Universidad de Valencia
(XV Antología)
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