CONVERTIRSE
Cuando
Alfredo Marcelo Bryce Echenique, estudiante de literatura, y
Víctor Antolín Estremadoyro Robles, profesor de Astronomía,
se encontraron en el autobús, camino de la Universidad
Nacional Mayor San Marcos de Lima, el aspirante a escritor le preguntó
al catedrático de qué bolsillo se habían sacado las luces zodiacales, el ruido
galáctico, los púlsares, las dimensiones enrolladas, los grupos libres
finitamente generados, los bordes de puente, los nudos salvajes, los diamantes
de Hodge y el polvo de Cantor. Si seguían así, aprovechando los vacíos sobre
gestión de patentes para ponerles nombres descabellados a sus descubrimientos,
acabarían convirtiendo la ciencia en un poema.
El
investigador le respondió que los escritores llevaban cincuenta siglos
perdiéndose en un océano que nunca habían navegado, así que ellos continuarían
utilizando un sistema formal incompleto para calcular la órbita de un cometa
que jamás visitarían.
Una
señora, anónima y sin título universitario, pero que aquella mañana había
decidido coger el mismo autobús que ellos, les dijo que dejasen de discutir
como si fueran dos niños, al resto de la humanidad le resultaba indiferente
dónde se manifestase la poesía mientras siguiera existiendo.
(XV Antología)
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