«… Te
espera la decana de América, la veterana, la maestra. La guía de tantos, el
orgullo de todos. Ya no te tiembla el pulso. Obnubilado, observas cómo
desaparece entre las arrugas ese otro membrete. Se
deshacen entre tus dedos la H, la R, la V,
la R,
la D. Lima te aguarda…» (pág. 112, Elena Duque, «La certeza»).
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