«Nació en una época en la que ser mujer significaba ser inferior, animal
doméstico y reproductor. Además era hija bastarda y sin recursos, pero con tres
años aprendió a leer y a escribir. Leyó a los clásicos griegos y romanos. Su
deseo de saber era tal que trató de persuadir a su madre para que la enviara a
la universidad disfrazada de hombre. Entonces las mujeres no podían ir…» (pág.
126, Sebastián Gámez Millán, «Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695): recobrar
tu voz a través de los otros»).

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