«… . Y después la
universidad. El esplendor policromado de ese edificio construyó puentes a
través del idioma. Allí daban clases algunos profesores exiliados de mi país.
Muchos se llamaban Miguel por Miguel Hernández, Miguel de Unamuno o Miguel de
Cervantes. Y todos me hablaron de los poetas de esta tierra que me acogió y,
entre, ellos Octavio Paz me susurró con sus versos: “La libertad no necesita
alas, lo que necesita es echar raíces”…» (pág. 146, Lucía Prieto Gómez,
«Regreso a mi patria»).
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