LA GLOBALIZACIÓN HISPANA
El dominico Diego ve alejarse, desde la borda del galeón que le
devuelve a las Indias, la costa de España. Siente esperanzada angustia, pues
deja una orilla madre para dirigirse a otra, también progenitora, del atlántico
océano amniótico que nutre, conforma y une el embrión hispanoamericano.
Hijo de aguerrido soldado español y princesa taína, lleva en la mente,
mestizados por sus sangres diversas, el dulce rumor del idioma materno y el
rotundo pronunciar de los pueblos castellanos en la voz de su padre.
Bachiller en la complutense universidad fundada por el cardenal
Cisneros, aprendió de Luis de Alcalá. Licenciado en Salamanca, escuchó las
lecciones magistrales que desde la cátedra dictaban Francisco de Vitoria,
Domingo de Soto y Martín de Azpilcueta.
En su mente lleva las nuevas ideas de economía y del derecho de gentes
para explicarlas en la joven Universidad de Santo Tomás de Aquino en La Española.
En su modesto arcón de viaje lleva tratados sobre mercaderes,
préstamos, intereses y ventas al fiado; lleva ensayos de teología moral y leyes
nuevas; lleva las Introductiones
latinae, el Arte de la lengua castellana y el Vocabulario
español-latino de Nebrija, en el que, asombrado, descubrió que ya aparecía
una palabra taína: canoa.
El anónimo fray Diego sonríe sintiendo la brisa marina en su rostro y
se imagina navegante en una gran canoa, tallada en el tronco de la lengua,
transportando derechos florecidos en la Escuela de Salamanca y bogando con los
remos de su fe católica.
Blog: www.manuelmontesrodriguez.wordpress.com
(XVI Antología)

No hay comentarios:
Publicar un comentario