«… Si la ley
peca, castigad la ley, no a sus sometidos. En la guerra los débiles defienden
no su ley, sino su vida, don divino. La ley se combate con palabras, que no
hieren sino al orgullo y a la sinrazón. ¿No son palabras las Sagradas
Escrituras? En la cuestión de las Indias prima aprender su lengua y enseñar la
nuestra, adoctrinar y volver a los indios fieles súbditos a la Corona. En vez de espadas, libros, en vez de
fuego, imágenes de Nuestra Señora, más capaz que todos los ejércitos…» (pág.
14, Pablo Macías, «Carta perdida de Domingo de Soto a Ginés de Sepúlveda»). Tercer
Premio.

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