LA PIEDRA Y LA ESPADA
Un maestro de obras
colocó la primera piedra de la Escuela Catedralicia de Salamanca, precursora de
la universidad, allá por los principios del 1100.
Mientras tanto, un
guerrero reforzaba Ávila y Salamanca como territorios bastiones ante la
conquista almorávide.
Arturo llegaba a su
morada con el pecho henchido de gozo tras someter a los conquistadores. El
pueblo lo recibía como el héroe que mantenía a raya a los invasores que nada
pintaban en su reino. América ni siquiera existía a ojos de los piadosos, cuya
pretensión de «facer las Españas» por todo el mundo pronto sería prioridad. No
había razón de ser en la mezcla de culturas que no fueran la cristiana.
Alonso regresaba al
hogar tarde, con las manos repletas de llagas de acarrear pesadas losas y
amasar entre ellas argamasa que cuarteaba su piel. Nadie lo esperaba más que su
hambrienta esposa. Los niños habían conseguido llevarse a la boca algo de pan
mojado en un caldo aguado y desaborido, pero esta noche no había nada para sus
padres. Quizá mañana…
Aun así, la paz
interior y el agotamiento de Alonso lo hacían dormir a pierna suelta, soñando
que algún día se convertiría en el gran constructor del edificio que fundiera
en la gloria el esplendor de la igualdad entre pueblos.
A Arturo le costaba
conciliar el descanso. Durante su transcurso, las almas y los oscuros rostros
atormentados de cuantos sucumbían bajo los rigores de su espada se aparecían en
fila, como espectros clamando venganza.
La universidad enseña,
educa y transforma comportamientos a lo largo de los siglos. Pero el paso de
los años no garantiza el fin de las invasiones y de las guerras. Ayuda a pulir
mentes, pero no todas son susceptibles de ablandarse ante el conocimiento y la
razón.
Hablamos de la
universidad construida por Alonso hace ya nueve siglos.
René Pérez Pérez
Desde su Palencia natal
trata de hacerse un hueco entre números, aulas donde imparte sus clases y obras
de construcción para sustraer unos minutos en los que aliviar su afición a la
escritura y el dibujo. Así, ha conseguido, después de estudiar Arquitectura
Técnica, avanzar en su ilusión publicando dos libros titulados La piedra de las ranas
y Caramelos con espinas y un tercero ya en fase de edición, así como
numerosos relatos cortos que le encanta presentar a diversos certámenes con
ciertos éxitos y premios
(XVI Antología)
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