«… Abrigado por el espectáculo
primaveral, el arzobispo se arrodilló y rezó por todos los que consiguieron
sembrar, abonar y dejar crecer la semilla de la unidad en una tierra fuerte,
orgullosa e invencible» (pág. 12, Lola Sánchez Lázaro-Carrasco, «Isidorus
Hispalensis») Segundo Premio.
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