TODOS LOS
HERMANOS JUNTOS
Hoy papá ha
venido preocupado, parece distraído, mientras mamá reza y nos lee libros
intentando despistarnos de lo evidente.
Fulgencio,
Leandro y Florentina también andan un poco nerviosos, noto como mantienen
conversaciones secretas unos con otros y con los amigos que se les acercan.
Mi otra
hermana, Teodosia, dice que se queda, ¿que se queda? ¿Es que alguien se va?,
¿quién?
Noto que mi corazón por alguna razón se acelera cuando escucho a Fulgencio y Teodosia discutir por cosas que supongo aún no entiendo, pero poco me queda para entenderlas… Cada uno habla de Dios, como si fueran entes con personalidades distintas.
Leandro se
acerca a mamá, la abraza, deja el libro que tiene en las manos y empiezan a
repetir oraciones mientras eligen ropas, enseres y útiles que vamos a necesitar
en nuestro nuevo destino, porque sí, parece que nos vamos de viaje.
Papá con la
cara desencajada ha reunido a la familia en la biblioteca de casa: «Mañana
partimos de viaje, ya tenemos una casa que nos han preparado unos amigos de mi
familia en Sevilla donde nos esperan con los brazos abiertos; Teodosia, hija,
por el momento nos podremos comunicar por carta, siempre tendrás tu familia allí,
en lo más profundo de mi alma deseo que todos los hermanos podáis volver a
estar juntos».
Esas
palabras que aún no entendía, quedaron grabadas en mi corazón a fuego: «Los
hermanos tienen que estar juntos»… Y con este mantra en mi alma fuimos haciendo
el camino a Sevilla.
Cuando llegamos a nuestra nueva casa, lejos de descansar, comenzó un nuevo trajín; mamá se sintió mal, pero estaba feliz, decía que ya era la hora… Se oían gritos, empujones y ¡por fin… luz!
La luz de
una nueva vida, ¡mi vida! Una vida que desde antes de nacer ya tenía una misión:
unir a todos los hermanos…
Ester Zamora Martínez
Espécimen de raza humana, autóctona del sureste de la península ibérica; entre sus hábitos figuran el disfrute de la lectura y la escritura, entre otros muchos... Para su conservación y mantenimiento realiza trabajos como técnico superior PRL en buques
(XVII Antología)
Noto que mi corazón por alguna razón se acelera cuando escucho a Fulgencio y Teodosia discutir por cosas que supongo aún no entiendo, pero poco me queda para entenderlas… Cada uno habla de Dios, como si fueran entes con personalidades distintas.
Cuando llegamos a nuestra nueva casa, lejos de descansar, comenzó un nuevo trajín; mamá se sintió mal, pero estaba feliz, decía que ya era la hora… Se oían gritos, empujones y ¡por fin… luz!
Espécimen de raza humana, autóctona del sureste de la península ibérica; entre sus hábitos figuran el disfrute de la lectura y la escritura, entre otros muchos... Para su conservación y mantenimiento realiza trabajos como técnico superior PRL en buques
(XVII Antología)
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