NEBRIJA:
PREGUNTAS DE UNA VIDA
¿Por qué, Francisca, siento que al
pasar los años habrá quienes digan que no exististe nunca, que no fuiste mi
hija, que tu inteligencia es un delirio mío y de otros que te sueñan, que no es
cierto que la Cátedra de Retórica se ilumina con tu voz, que habrá quienes
crean que no eres esta «mujer que sabe latín», más y mejor que muchos o que
todos?
¿Por qué acariciar el saber es tan
ingrato? ¿Por qué este temblor de indagar en el cosmos, la medicina, las artes
o las leyes es visto como signo de un temperamento ajeno a la palabra, si en
verdad es la lengua la que permite organizar todo lo que intentamos conocer?
¿Por qué tanto estudioso que crea, escudriña el mundo y escribe sus pesquisas
no suele ser reconocido con justicia como autor digno de vivir de su
trabajo?
¿Por qué, si se ensancha el mundo, se
estrechan las mentes? ¿Por qué los libros de mi maestro, Pedro de Osma,
llegaron a la hoguera y él al destierro y a la abjuración pública? ¿Por qué mi
suerte fue distinta ante la Inquisición? ¿Por los amigos, los reyes, Cisneros,
Fonseca, Zúñiga?
¿Por qué tribunal u oficio alguno
podría decidir lo que se escribe? ¿Por qué no dejar que en paz y al abrigo de
las reglas que ordenan y preservan nuestra lengua los pensamientos nos llenen
de preguntas?
¿Por qué no se comprende que un libro,
si es volcado a una lengua desde otra, y otra y otra, y se aleja de su
escritura de origen, merece el respeto de ser revisado a la luz de la lengua de
su nacimiento?
Y, como declaré ante mis jueces: «¿Qué
diablos de servidumbre es esta, o qué dominación tan injusta y tiránica, que no
se permita, respetando la piedad, decir libremente lo que pienses? ¿Qué digo
decirlo? Ni siquiera escribirlo escondiéndose dentro de los muros de tu casa, o
excavar un hoyo y susurrarlo dentro, o al menos meditarlo dándole vueltas en tu
interior».
Lourdes C. Sifontes Greco
Caracas (Venezuela)
Caracas (Venezuela)
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