«… Isidoro de Sevilla desconfiaba de la modernidad. De aquel endemoniado
artilugio rectangular y plano, capaz de albergar el mundo entero en sus
entrañas. “¡Inteligencia artificial!”, decían. Como si de un milagro divino se tratase. “¿Dónde quedaba
entonces la natural?”, se preguntaba. Veía con desagrado a un mundo abocado a
su propia autodestrucción. Un mundo que seguía inmerso en las guerras de
siempre, con los mismos esclavos al sistema de siempre, sufriendo el hambre y
las miserias de siempre… se lamentaba…» (pág. 102, José Manuel Oliver Hernández,
«Spaniae populi siglo vi, vii y xxi»).
No hay comentarios:
Publicar un comentario