SAN ISIDORO
DE SEVILLA
Cesan la Hispania romana
y la Roma imperial toda;
mas la Hispania visigoda
seguirá siendo cristiana
y antes de la musulmana
conquista de al-Ándalus,
la santa grey de Jesús,
de nuestra andaluza villa,
verá nacer en Sevilla,
el siglo vi, a un tesoro
cuyo nombre es Isidoro,
figura genial y recia
que unificará a la Iglesia,
liderizando concilios
y promoverá el auxilio
de la educación cristiana.
Al habla latino-hispana
nutrirá con prestaciones
surgidas de las regiones
gallegas y castellanas,
navarras y catalanas,
astures y aragonesas,
para afincar la grandeza
del lenguaje popular.
Y, aunque haya de continuar
el latín oficialmente
y el griego, cual componentes
de la comunicación,
sabrá este culto varón
escribir copiosas guías
de las etimologías
o raíces de la lengua,
sin que ello implicara mengua
del culto, de la oración.
Cada homilía y sermón
de su brillante oratoria
era un chispazo de gloria
y un éxtasis de los fieles.
Mil pergaminos y pieles,
escritos por su memoria,
salvaron, para la historia,
mundo antiguo y medieval,
por lo que el saber actual
califica su función,
cual meritorio eslabón
para encadenar saberes,
de esos fecundos ayeres,
antiguo, medio y moderno,
que lo hacen doctor eterno
de la Iglesia y de la vida.
La reconquista encendida
de cada reino católico
se apoyó en el apostólico
signo de sus escrituras,
siendo su luz de cultura
como la sacra escalera
que conduce a la cumbrera
del humanismo de Cristo
y la España de hoy ha visto,
al estudiar su portento,
que aún a mil cuatrocientos
años de ese alto obispado,
vigentes son el legado,
el balizaje y la trilla
de Isidoro de Sevilla,
santo maestro y prelado.
(XVII Antología)
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