DEL ARTE DE
VIVIR NUESTRO TIEMPO
Y
es cuando me entregas el último tomo de las Etimologías de san
Isidoro de Sevilla. Retornas a tu asiento de viejo y desgastado cuero. Un navío
entre las olas de libros que nos rodean en tu biblioteca. Suspiras, bebes café
de la taza para preguntarme de nuevo:
—¿En
serio no puedes considerar que Isidoro incluso fue un precursor del hombre
universal? Escribió de historia, de medicina, de cuestiones eclesiásticas,
sobre asuntos monacales, acerca de política. ¡Vaya que escribió!
Sopeso
el volumen, lo abro al azar y pretendo ojear. Finalmente me animo y contesto:
—A
diferencia de Leonardo, no fue un artista, un pintor o inventor. Sí, sabía de
muchos temas, pero no entró al arte. Esto es fundamental para captar al hombre
universal del Renacimiento.
Sonríes,
terminas tu café y con esa pausa que precede una gran verdad me contestas:
—¿Y
el escribir no es un arte? ¿No fue un escritor enciclopédico? Trató de cubrir
todo el saber humano mucho antes de la Ilustración. Incluso, recuerda que se le
considera padre de la historia. Todo un intelecto que influenció el pensamiento
de reinos. Y era del siglo vii.
¿Me equivoco?
Callo
y paso la página. Por dentro resuena esa frase que desde joven me has repetido:
«Todos somos producto de nuestro tiempo, posibles semillas del futuro». Cierro
el libro y me pregunto si al menos una página isidoriana podré sembrar en mi
vida.
Eduardo Omar H. E.
(XVII Antología)
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