«Para amar la lengua, que es amar al
hombre, su trayectoria y sus avatares, tener conocimiento del mundo y de uno
mismo, se hace necesario conocer y amar la gramática. Antonio de Nebrija lo
sabía y apostillaba que la gramática era la primera de las ciencias…» (pág. 16,
Jesús Andrés Pico Rebollo, «Aurora de la lengua»).
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