RAÍCES,
VERBO Y CULTIVO
sus milenarios campos,
que engullen cadáveres magros
solo para reincorporarlos
a su edén natural,
mudan los hombres
y las manos que labran
el tiempo.
con la azada firme
hasta develar
los misterios del fruto,
el hijo cultivó la palabra
y con pinzas de cuarzo
depuró la maleza
hasta dar con
el verbo florido.
hacia el pretérito rancio,
descubrió en sus declives
rastros de savia antigua;
no fue indiferente al encino
y a sus cepas torcidas
y auscultó los secretos
de la formación
de la mente y sus espigas.
la esencia de los vocablos,
trasplantando al castellano
los laureles del latín,
con pigmentos oleosos
sobre vitelas exiguas:
pergaminos vivos
impregnados de luz.
con la venia de Cronos
los relatos pasados
de odiseas sin fin
y acopió en su escritorio
pulcro y octogenario,
un legado imposible
que gobierna, no obstante,
el vaivén
de estas letras
escritas en un
pliego blanco
de tinta virtual.
(XVIII Antología)
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