UNA
BABEL EN CASTILLA
Mayo
de 1493. Elio Antonio de Nebrija sentado a una mesa, próxima a un ventanal,
sobre ella varios volúmenes de su Gramática, hojas de papel en blanco,
otras escritas y un tintero con varias plumas. Cuando llevaba un rato
escribiendo, entró en la estancia una mujer.
—Buenos
días nos dé Dios, doctor Nebrija.
—Quiéralo
Dios, doña Blanca.
—Siempre
estáis trabajando... cuando no leéis, escribís; cuando no dais clase, corregís
las hojas impresas que os traen de la imprenta...
—Señora,
ese es mi trabajo.
—Vaya
trabajo —dijo ella con un punto de desdén—. Si todos sabemos castellano sin
necesidad de aprender las normas que se establecen en la Gramática,
¿para qué se necesita ese libro?...
No
era la primera vez que le planteaban esta cuestión, que él quiso zanjar
explicando por qué decidió escribir la Gramática castellana.
—Señora,
en Castilla hay una especie de Babel... La reina Isabel habla castellano y
aprendió de su madre el portugués. El rey Fernando habla castellano y también
las lenguas de sus territorios aragoneses. Los judíos conversos dicen que, en
secreto, siguen hablando su lengua y los moriscos también siguen utilizando la
suya. Con tal profusión de lenguas, usadas indiscriminadamente, se mezclan las
palabras de unas y otras, por lo que es necesario clarificar su uso correcto;
de ahí mi interés por escribir la gramática del castellano. —Doña Blanca
escuchaba con atención y Nebrija continuó—: Como sabéis, Colón ha vuelto de su
viaje trayendo de aquellas islas gentes diferentes a nosotros; para
entendernos, nada mejor que enseñarles el castellano y ahí está mi Gramática
que ayudará a su difusión en aquellas tierras lejanas e ignotas.
Nebrija
acertaba: el castellano se convertiría en la lengua del imperio.
Enrique
Martínez Ruiz
Nacido
en Jódar (Jaén), reside en Obeilar (Illora, Granada).
(XVIII Antología)
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