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martes, 27 de mayo de 2025

ASÍ ESCRIBEN NUESTROS AUTORES

 




«… Sonrió. Le entregué un tomo dedicado de mi Arte de la lengua castellana. Mientras lo ojeaba, la observé: seguía siendo una hermosa mujer, pero la angustia y la tristeza por la muerte de su hijo, al que adoraba, habían grabado en sus cuencas orbitarias, violáceas, un mapa de dolor inconsolable» (pág. 84, Antonio Cavanillas de Blas, «Sevilla, 1498»).


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