José María Remesal Pérez (Lorca, 1993) estudia
Trabajo Social en la Universidad de Murcia. Ha participado en el taller literario
La Rosa Negra, fundado por J. R. Barat, y en el grupo poético Espartaria. Ha
colaborado en la obra pictórico-poética Versos Blancos dirigida por Isabel Amat
(2010) y en la obra Lorca 11: La noche más larga (2011) junto con Luis García
Montero, Carlos Marzal, Vicente Gallego, Eloy Sánchez Rosillo, Andrés Neuman,
etc. En 2016 realizó, junto a Katy Parra, un taller de poesía en la Universidad
de Murcia. Ha obtenido numerosos premios literarios, sobre todo de poesía, a
nivel nacional e internacional. Actualmente se encuentra trabajando en su
primer poemario.
¿Cómo conoció el Premio Orola?
Conocí el Premio Orola gracias a
mi fiel confesor de certámenes literarios: www.escritores.org
¿Qué le motivó a concursar?
Mi motivación para concursar fue
ponerme este certamen como un reto. Me apetecía un reto de verdad. Sabía que a
un concurso de tal magnitud y recompensa se presentarían muchos y muy buenos
poetas y pensé: ¿por qué no intentarlo yo también?
¿Había participado en otras ocasiones?
No, era la primera vez que me
presentaba. Antes no me atrevía a concursar en certámenes de tal calibre.
Aunque a veces hay que lanzarse sin haber probado el agua antes.
¿Qué diferencia a este concurso de otros?
Que
premia con verdadera generosidad algo tan simple y a la vez tan difícil como
emocionar a un/a lector/a no ya con un poemario, sino con un solo poema.
¿Qué opinión le merece el tema elegido
para este año de Fernando III el Santo?
¿Y cuáles otros propondría para años posteriores?
Confieso
que tuve que documentarme un poco sobre dicho rey para escribir mi poema. En mi
opinión, considero que fue un desafío escribir sobre una temática que nunca me
hubiera propuesto, pero es enriquecedor hacerlo.
En cuanto a los próximos años del concurso, me resultarían interesantes los temas que tocan el presente: la soledad en la era digital, la sociedad líquida, la ansiedad de vivir con prisa, o la identidad en un mundo que cambia cada minuto. También cosas más cercanas, como las redes sociales, los cuidados o el silencio. Hay mucha poesía en lo que nos pasa hoy.
¿Cambiaría algo para mejorar las bases?
Sí,
creo que se podrían ajustar dos cosas para hacerlo más accesible:
·
Flexibilizar el
formato: pedir solo un texto en lugar de dos vivencias facilitaría el envío y
permitiría más concentración creativa.
·
Sobre la
extensión de los poemas: sustituir los «1500 caracteres sin espacios» por un
límite de versos haría que el poeta tuviese más control a la hora de escribir
su texto.
¿Por qué cree que su vivencia ha
resultado premiada?
Quizá
porque, más que contar una hazaña, intenté mostrar la fragilidad de un rey, su
parte humana. No quise hacer un retrato glorioso, sino un testamento íntimo,
lleno de dudas, aprendizajes y heridas. Creo que conectó por eso: porque todos,
con o sin corona, tenemos nuestras batallas interiores.
¿Tiene algún otro proyecto
literario en mente?
Sí,
estoy escribiendo mi primer poemario. Va tomando forma poco a poco. Es un viaje
personal, con poemas que hablan del amor, la pérdida y todo lo que cabe en
medio.
Por último, ¿animaría a participar a otros autores en la siguiente
convocatoria del 2026? ¿Por qué?
Sin duda.
Porque premios como este son la excusa perfecta para poner a un amante del
verbo a prueba. Además, es un certamen notorio que ayudará a dar un gran
empujón al mundo literario a aquellas personas que deseen que su voz poética
haga más ruido. Participar siempre merece la pena, incluso si no se gana.
¿Y cuáles otros propondría para años posteriores?
En cuanto a los próximos años del concurso, me resultarían interesantes los temas que tocan el presente: la soledad en la era digital, la sociedad líquida, la ansiedad de vivir con prisa, o la identidad en un mundo que cambia cada minuto. También cosas más cercanas, como las redes sociales, los cuidados o el silencio. Hay mucha poesía en lo que nos pasa hoy.
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