«Llegado el momento de rememorar
los hechos que han conformado mi vida, adivinando cerca mi final, no puedo sino
destacar que yo, Elio Antonio de Nebrija, he llevado una existencia dedicada a
la defensa del saber y al conocimiento de nuestra lengua, actividad a la que me
dediqué en cuerpo y alma durante más de medio siglo. Cincuenta años vividos a
la par que la historia nos mudaba los límites de nuestro propio mundo y
nacíamos como nación bajo las valientes y piadosas manos de nuestras católicas
majestades…» (pág. Elizabeth Carrasco Núñez, «La palabra precisa»).
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