A CONTRATIEMPO
Camina sin empuje, a
contratiempo.
Vive paralizada, cerrada
en sí.
Se desvanece entre la
tierra oscura y el cielo gris del desconsuelo.
Va en pos de la nada y,
como una falena, abrasa allí sus alas.
Miro con estupor
inquieto la tierra en que nací; me hace daño, mucho daño, me duele con un dolor
inmenso esta «ardua España mía», de Blas de Otero.
Gira sin fin,
describiendo círculos sin sentido, como un tiovivo pintoresco, perdidos los
ideales que la hicieron grande. Lejos quedó su espíritu abierto que abrazó al
mundo entero.
La humillan y no yergue
su frente; le pueden los complejos, se llena de vergüenza y agacha la cerviz al
menor contratiempo.
Trueca su ilustre
historia por intereses nuevos, mezquinos, rastreros, sin altura de miras, sin
presente y quién sabe si quizá también sin mañana.
Contradictoria siempre,
nuestra seña de identidad quedó bien reflejada en don Quijote y Sancho.
Nos basta mirar a Goya
para reconocerla en El pelele, o en el Duelo
a garrotazos, reviviendo las dos Españas
de Machado.
Hoy, perdido todo el
respeto, impera el desdén en gestos y palabras, lanzadas al rostro como dardos.
Difícil empeño hoy
«facer Españas» y difícil también «facer Europas».
¡Cainita España!
¡Cainita Europa! En este siglo aún adolescente, blindadas ambas ante el dolor
ajeno, se cargan de ignominia, caminan a contratiempo.
¿Será posible algún día
ver brillar el sol sobre este oscuro cielo?
Covadonga Grijalba
Castaños
ALMERÍA
(X Antología)
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