RETORNO A LA MADRE
He regresado… con el escándalo rojo del atardecer
encendido, reflejado en mis espaldas trashumantes y un manojo de ristras
descoloridas y rasgadas al viento, enarboladas como blasón harapiento de mi
propia alma pródiga.
Con pasos arrastrados y cansados de tanto degastar en mi
andar los caminos…
¡Por todas las Américas!... allende los mares; impregné
mi alma de simientes de razas y lenguas extrañas, traigo… mil veces hendido el
pecho… y mi alma traspasada de vivencias.
Retumbé de cascos briosos, la conquista a caballo;
trastoqué sus mundos, les renombré la vida y la muerte, la esperanza y el
hastío… delirante de audacia, esparcí dispendioso el castellano, hasta las más
recónditas entrañas de su inmenso mundo con letras de sangre y fuego… mas
también, me sosegué en la paz; cuando en las noches estrelladas… entre susurros
quedos de mancebas de desnudez aceituna… las lunas de sus ojos enarbolaban sus
éxtasis y el abrazo íntimo de sus cuerpos trémulos se entrecruzaban sudorosos
con las ansias de Castilla, besándose a escondidas dos mundos reconciliados.
Fui pródigo en simientes; esparcí luces e hijos con la
generosidad desbordada de un santo iluminado…
Partí castellano, y heme aquí, regresando mestizo; mis
ojos claros, algo rasgados, no cesan de sorprenderse entre tantos recuerdos
esparcidos al azar, por todas las Españas…
Traigo como única ofrenda, el recuerdo amoroso de mi
madre anciana… quien nunca dejó de mirar triste y esperanzada al poniente,
esperando que la mar le devolviera el añorado reencuentro del amor infinito de
una madre con sus hijos navegantes.
Heme aquí… he vuelto, mis pasos de regreso; aturdidos de
emoción… tocan por fin temblorosos mi añorada tierra madre, caigo de rodillas,
y lloro compulso la emoción contenida tras tantos siglos ausente, beso la
tierra santa de tus mejillas, abrazo tu regazo cálido…
—Madre, por fin… he regresado, madre… ¿Me reconocéis aún?
¡Soy tu hijo, madre España!
Gabriel Andújar
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