Si
ya tenemos un libro escrito, evaluado con un informe de lectura y traducido (en
el caso de no estar en nuestra lengua), es importante que pase siempre por las
manos de otro de los profesionales cuyo oficio gira en torno al libro: el
corrector.
Esta
figura se ocupa de limpiar, normalizar y unificar el texto. ¿Cómo? Realizando
una corrección ortotipográfica libre de erratas, donde se respeten las normas
de la RAE, se apliquen los recursos tipográficos correctamente y donde exista
coherencia textual. Una vez hecho este
trabajo, o al mismo tiempo si el texto lo necesita y el cliente lo solicita, se
puede hacer otro tipo de corrección, esta vez de estilo. En ella se rectifican
los errores gramaticales, se enriquece el léxico y se consigue, respetando la
manera de escribir del autor, que los textos brillen más.
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