viernes, 28 de junio de 2019

ANTOLOGÍA 2018: Ñ





Ñ

Me decían Ñaño, de niño me decían Ñaño. Pero en la casa pronto dejaron de hacerlo. Desde luego esa impronta preciosa de dos eñes en mí, supongo que moldeó la conciencia de mi estirpe. Dos eñes, se me antoja, son la metáfora de dos arenas, una España europea, una América hispana, ¿cuál de las dos más España?... dos orillas y, entre ellas, nosotros, con los brazos extendidos como un Cristo español buscando uniones; sujetando la historia en medio del mar. Una España entre dos líneas, o quizá, dos Españas en una línea, la del corazón, esa que recuerda la línea curva descrita por la saeta de Eros. ¡Eso, justo eso!, el Eros de dos Españas que se buscan y se enamoran como lo hace Narciso en el estanque.

Pero estas dos Españas, sabiéndose una, se gozan múltiples, y se enorgullecen mirando a la otra como lo hacen los hermanos que se saben distintos y se entienden iguales; haciéndose gestos lúdicos de fraterna complicidad y sintiendo, cada cual en la otra y por la otra, emoción y humores buenos. Y el cuerpo palpitante responde agradecido ante el estímulo que ofrece un mirarse en el afuera tan bien representado. Haciéndonos, constantemente, en cada palabra y cada gesto, en cada gozo de cada acento y dejo, faciéndonos en el sonoro y recio castellano, español universal que no conoce ocasos.

Leonardo Bottaro Naranjo
Caraqueño
Licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela
Profesor de Literatura
(XII Antología)


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