«El 20 de septiembre de 1519 Sanlúcar / los despidió engalanada, / con
su mejor traje y sonrisa / a orillas del río y del mar. // ¡Allí de rodillas,
rezaron a Dios!, / pedirían a ese Dios que todo lo ve, / que todo lo puede, que
creó este mundo, / que los protegiese de los peligros del viaje, / que los
devolviese sanos y salvos a sus casas, / donde sus esposas e hijos los
esperaban con ilusión…» (pág. 54, Israel J. Burgos Muñoz, «¡Allí de rodillas,
rezaron a Dios!»).
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