PRIMUS CIRCUMDEDISTI ME
Con el
ocaso prendido del acantilado, al abrigo del monte de San Antón y acariciado
por mis aguas cantábricas, te vi en la playa de Guetaria. Eras un niño, pero tu
corazón latía al arrullo de las olas y tus pensamientos se hilvanaban a la
espuma de sus crestas. Sentías la grandeza del mar abierto. Soñabas con navegar,
traspasar el plus ultra y llevar en tu boca el gusto
de la sal de mares desconocidos.
Años
después, sobre mis aguas mediterráneas, con tu barco de doscientos toneles,
participaste en las campañas de Cisneros y el Gran Capitán. No cobraste ni un
maravedí, pero te convirtieron en prófugo de la justicia.
Me
fundí con tus lágrimas amargas cuando dejaste Guetaria y te enrolaste como
maestre en la expedición de Magallanes.
Navegabas
sobre mis aguas atlánticas. Te guiaba el olor del viento, el color del cielo y
el susurro de la voz mojada que te hablaba al ritmo de las mareas.
Acechaba
una larga travesía de provisiones putrefactas, motines, escorbuto e incluso el
asesinato de Magallanes en Mactán. Los miedos se ahogaban entre cuerdas, nudos,
velas y letanías a la Virgen de la Antigua. En las bodegas y en la cubierta
sonaban ecos de trágicas vivencias compartidas.
Los
muertos llegaban a mi fondo marino. Allí, el lecho de algas difuminaba sus
miradas heladas y acunaba sus cuerpos ingrávidos, ebrios de agua, en silenciosos
sarcófagos rodeados de peces y caracolas.
Al
mando de la Victoria navegaste por mis conectadas aguas oceánicas y culminaste
la epopeya de la primera vuelta al mundo regresando a Sevilla, con diecisiete
hombres famélicos, que superaron límites casi imposibles. Esto es «facer
España».
Cinco
siglos después, el Juan Sebastián Elcano navega por las estelas de tu legado
marítimo y sigue el aroma de las especias que perdura en el soplo del viento.
Marian Oller Veloso
Licenciada en Derecho
(XIII Antología)
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