ALMA DE LAS PALABRAS
Vengo
de tierras anidadas en el fin del mundo,
paisajes
gestados en su comienzo profundo,
parajes
caóticos de quebrada, larga geografía,
abofeteada
por terremotos, su frágil topografía.
Tierra
residente de lagos quietos como espejos,
un
desierto y un mar eterno a lo lejos,
nieves
eternas desde la cordillera imponente
caen
como ángeles en los ojos de la gente.
Tierra
habitante de seres antiguos y transcendentales,
con
pasado ancestral y visiones universales,
una
lengua rítmica, cadenciosa y extraña,
viviendo
entre el océano Pacífico y la montaña.
Allí
se encontraron un día muy lejano,
el
idioma mapudungun y el castellano.
Allí
comenzaron a convivir tradiciones,
creencias,
intenciones y confusiones.
Sangre
y muerte acompañaron la conquista,
transmutándose
allí la vida, como proceso alquimista.
Pero
allí habitaba un alma incrustada y sin nombre
en
un tiempo anterior al mismo hombre.
Alma
anterior a las luchas, a las derrotas,
alma
perdida y recuperada, de edades remotas.
Esa
alma sorprendida entró en la palabra,
la
palabra dio frutos, propios del que bien labra.
Mapudungun
apareció en el castellano,
los
hijos de esas tierras aprendieron el idioma cristiano,
las
palabras reemplazaron a los disparos,
vida
nueva comenzaba, como guagua de ojos claros.
Vivo
en tierras del norte, la luna aquí mira al revés,
con
nieves insistentes que te cubren los pies,
mis
hijos expresan en castellano sus emociones,
en
alemán son las conversaciones.
Alma
Ayelén se llama mi nieta alemana,
su
abuelo es chileno, padre alemán, madre italiana.
Ayelén
es mapudungun, significa sonreír,
y
esto lo hace ahora, al mirarme escribir.
De
su boca vuela una palabra castellana,
venida
de una época muy lejana,
sus
ojos azules me observan con calma,
su
índice lo clava en su pecho y me dice:
«Alma».
Álvaro Solar
Actor reconocido en Alemania y otros países del mundo
Músico, director teatral, dramaturgo
Diseñador gráfico
(XIII
Antología)
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