Páginas

viernes, 19 de febrero de 2021

ANTOLOGÍA 2020

 



EL INCA MESTIZO ANTE LA MUERTE
(EL INCA GARCILASO DE LA VEGA)
 
Barrunto el aliento de la muerte y en esta convalecencia de los sentidos es mi deseo el dar testimonio de los ramales y bifurcaciones de mi existencia. En mi sangre hormigueó siempre el sol grato de mi herencia incaica, y mi leal madre, la bienamada Chimpu Ocilo, y su merecida estirpe no dejaron de turbar mis remembranzas y de confirmar mi plural identidad. Entre lealtades que no son opuestas, sino complementarias, se forjó mi lugar en el mundo y en la talega de mi entendimiento pude conciliar la mitología del Imperio de los hijos del sol con la suprema doctrina del Cristo crucificado, que es el verdadero hijo de Dios.
 
A la muerte de mi padre, el valeroso caballero de muy noble cuna, Sebastián Garcilaso de la Vega, corregidor de Cuzco, hice un largo viaje con el afán de conocer por de fuera y por de dentro la otra mitad de mi abolengo. Largo fue el periplo, desde Cuzco hasta Lima, para encadenar luego Cartagena, Panamá, las Azores y Lisboa, hasta llegar a Sevilla, esa ciudad que es regocijo frente a los pesares. Bajo cristiana protección me cobijaron mis magnánimos tíos en un lugar de las tierras cordobesas que atiende por el nombre de Montilla, donde mi espíritu encontró la golondrina amable de la paciencia y el sosiego, virtudes que necesita quien como yo acarreó siempre el cuño gravoso de mestizo.
 
De mi obra ya sabéis algo, pues ganó cierta nombradía, aunque pequeña recompensa, frente a la sombra y la modorra. Es mi esperanza que ese legado sobreviva a las acechanzas del futuro, pues el mensaje que encomiendo a los que han de venir es el de la esperanza en la unión entre el Viejo y el Nuevo Mundo en un fruto fecundo para el encuentro perenne de generaciones y culturas. No es menester el ocultar en esta hora postrera que fui quién de tildar a la conquista como tragedia, pues me arrebató, para tormento de mi ánimo, a una parte de mi linaje incaico, pero bien supe entender que del brío de los conquistadores, como lo era mi señor padre, nació el fermento de una suerte de gran mestizaje universal.
 
No quisiera olvidarme en este momento postrero de mis antepasados, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac, emperadores supremos de las Indias, ni de mi honrado escudo español, que me emparenta con los más grandes de las letras, como lo fueron mi tío abuelo, el otro Garcilaso, el mismísimo marqués de Santillana y el gran Jorge Manrique. Que la evocación de este perito en letras, el Inca Garcilaso de la Vega, quede unido para siempre al ánimo ferviente de ser ejemplo de la unión de las culturas en un nuevo mundo hispánico y mestizo.
 
 
Francisco Xavier Lama López
Ha trabajado en medios de comunicación y como profesor universitario
Aspira a escribir algunos versos aceptables, a seguir plantando árboles, a perderse en la naturaleza y a continuar viajando con la imaginación
(XIV Antología)
 
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario