«… Un mestizaje de muchos
nombres, casi tantos como la infinidad de lugares que la admiran con goce… Pero
si hay un apodo por excelencia numeroso, usado para denominar a esta dama que
mezcla tantas culturas y etnias en su universalizado bulbo, es el
hispanohablante “patata”» (pág. 104, Roberto M. R., «¡Salve, solanum
tuberosum!»).
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