MAÍZ
—Alguien defiende —observó Belardino— que la raza ha de recuperar sus derechos originales si el gobierno no le es de utilidad.
—Sí —alegó Mariana—. Yo también.
—¿No va el tiranicidio contra el quinto precepto?
—Precipitaciones que llevan el limo y fertilizan los campos de maíz arroja usted sobre la cosecha —razonó el liberal—. Todo lo que existe en el sagrado kaj ulew está vivo, existe por algo y tiene un lenguaje. Ese acuerdo sobre identidad implica la armonía de cada elemento: el ser humano es uno más al que la tierra da vida, como al maíz. Todo viene con su función ineludible, todo tiene rajawal. Y llegamos al amor al prójimo, cuya existencia no me discutirá de acuerdo con nuestro Gonzalo de Berceo. Si el tirano falsea la moneda, monopoliza, impone impuestos y guerrea sin justicia, ¿nos dejamos convencer? A mí nunca me han ganado. Ingenuamente os digo que la cuestión es grave. Convenite congregamini.
Sevilla
(XVI Antología)
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