UNA
REVOLUCIÓN ANCLADA EN LA TRADICIÓN
Caminando
por Buenos Aires llama mucho la atención la forma recortada que presenta el
Cabildo al visitador. Dicen que se demolió para dar espacio a una avenida de
estilo francés, pero que evoca el mes de mayo que tuvo más de hispano que de
galo. La reflexión nos lleva inmediatamente a mayo de 1810 y, en particular, al
Cabildo abierto del 22, donde según algunos se preparaba una revolución contra
el poder español con fundamentos en un suizo de nombre Jean-Jacques. Es cierto
que la ciudad porteña se presenta cosmopolita, pero si uno repasa la historia,
tiene mucho que aprender. Solo quiero destacar una lúcida alocución de quien no
por azar es evocado como «el orador de mayo», Juan José Castelli. Este ilustre
procurador, graduado en Chuquisaca, a efectos de resolver el vacío de poder,
hubo de destacar una clara reversión de la soberanía al pueblo, acudiendo sin más a las fuentes de la tradición
y no solamente a las Partidas del rey sabio, sino también a la lucidez del
siglo xvi, destacando a Salamanca
como usina de saber. Por eso me sigo preguntando: si no hay nada nuevo bajo el
sol, ¿por qué le seguimos llamando revolución?
Joaquín Ignacio Mogaburu
Nacido en San Miguel, provincia de Buenos Aires (Argentina)
Profesor en Historia, abogado y recientemente
terminada la maestría en DDHH (Universidad de Navarra)
Finalista del Premio Poesías a Santa Ana (Tudela, 2022)
(XVI Antología)
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