«… algunas
ideas son imperecederas. En especial aquellas que nacen de las mayores virtudes
y el esfuerzo de los genios de una generación. Esas ideas son las que tienen el
ímpetu y la capacidad de cambiar al mundo. Así de imponentes y salvajes fueron
las concebidas en la Escuela de Salamanca, España; aunque fueron censuradas y
sus padres perseguidos, sobrevivieron de manera férrea y crecieron firmes en la
conciencia y la razón de otros hombres y pueblos…» (pág. 154, Alberto Cárdenas
Carbajal, «La semilla de la libertad»).
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