«… Preciado obispo hispalense de la Hispania visigoda, eras
consciente de que la fe no se enloda y, gracias al prestigio intelectual y
religioso que habías adquirido, san Isidro de Sevilla, lograste equilibrar las
acciones políticas de los monarcas, tal y como lo habías pretendido…» (pág.
66, Paula Villalobos, «Santo camino»).
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