OCASO
Al sentir próxima la
muerte, Isidoro de Sevilla resolvió hacer algunas cosas por última vez,
sabiendo con resignación y melancolía que iba a hacerlas por última vez.
En días sucesivos fue
por última vez a la cercana iglesia a rezar, compró por última vez en el
mercado de los sábados las naranjas que tanto le gustaban desde niño y paseó
por última vez junto a la ribera plácida y suave del Guadalquivir.
Dejó para el final la
visita a su biblioteca, aquella biblioteca que había formado durante largos
años y que al mismo tiempo lo había formado a él.
Entró y sintió de
inmediato la tristeza de las definitivas despedidas.
Abrió por última vez De
civitate Dei de Agustín de Hipona, hojeó por última vez Metamorphoseis de Ovidio, leyó por
última vez Evangeliorum libri de
Juvenco.
Miró la balda en la que
estaban sus propias obras. Se acercó sabiendo con resignación y melancolía que
iba a verlas por última vez. Pero al llegar frente a ellas no se decidió a
abrir ninguna, temeroso de que en esos últimos momentos la lectura de aquello
que había escrito le pareciera indigno de las grandes obras clásicas que
acababa de leer.
Se preguntó qué
quedaría de él tras su muerte, qué quedaría cuando el tiempo difuminara su
estela, qué quedaría de valioso de la vida que Dios le había deparado vivir.
Se dijo que su
biblioteca era un coro de voces de muertos que a través de sus libros seguían
hablándoles a los vivos y a los que vendrían después. Y que sus propias obras
en breve iban a ser también la voz de un muerto, un muerto hablándoles a los
vivos y tal vez a los que vendrían después.
Se dijo que, si pudiera
elegir, eso sería lo que le gustaría que quedara de él.
Javier Carro Díaz
Excreativo publicitario con origen en el área de la redacción
Ha trabajado en España y México, donde desarrolló una resistencia casi sobrehumana al picante
Tiene dos hijos con los que comparte la pasión por viajar (con él) y la de comer comida japonesa (con ella)
Actualmente se encuentra desarrollando proyectos de ficción para televisión
(XVII Antología)
Excreativo publicitario con origen en el área de la redacción
Ha trabajado en España y México, donde desarrolló una resistencia casi sobrehumana al picante
Tiene dos hijos con los que comparte la pasión por viajar (con él) y la de comer comida japonesa (con ella)
Actualmente se encuentra desarrollando proyectos de ficción para televisión
(XVII Antología)
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