LA PALABRA
ALADA
Ni epifanías ni serendipias convirtieron al español en una lengua fuerte y universal, sino, sobre todo, los saberes de la gramática y del humanismo fundidos en el audaz Elio Antonio de Nebrija. Dice la historia que este genio renacentista, padre del español y primer humanista hispánico, anduvo partiéndose el brazo en pos de un mundo mejor. Sin duda, un revolucionario, inefable personaje del que nos separan quinientos años, y en realidad nada.
Medio milenio después, sigue aquí este caballero andante de las letras y las ideas que iluminan. Aún galopa por nuestros caminos para luchar contra la barbarie rampante del oscurantismo, cual Quijote, el loco ejemplar que Cervantes creó con el castellano que afinó Nebrija.
Los clásicos, cuyo fulgor ciega, nos llevan a destinos inimaginables, sus plumas nos elevan, vuelan siguiendo los mapas que dibujó e iluminó la gramática y las ideas de nuestro prohombre. Pero el verdadero poder de una lengua está en nosotros, y sus alas son transformadoras.
La lengua la aprehendemos desde la cuna, la aprendemos después en áridos libros de gramática, pero más allá de acatarla, reverenciarla o burlarla, de las grandes palabras e ideas grandilocuentes... ¿quién no desea hoy una lengua con la que de verdad entendernos? ¿Cuántos no sueñan con las palabras justas para expresar lo que urge decir y pensar? ¿Y el lujo de bordear la gramática a sabiendas para decir como nunca antes? ¿Os gustaría charlar con amigos para conocerlos mejor y redescubriros? ¿Acaso no echáis de menos estremeceros al recibir una carta de amor?
Amor, el amor a nuestra antigua, vigorosa lengua y a los valores que nos hacen más humanos son Nebrija; como su contrario el verbo vacuo, las guerras que son la tumba de intelectuales y poetas, del entendimiento, de la palabra alada.
Seudónimo: Ana G. San
Valencia.
Licenciada en Ciencias de la Información, Ciencias Políticas y de la Administración y Sociología.
Escritora, fotógrafa y diseñadora, creadora e integrante del colectivo artístico SergantKiss.
(XVIII Antología)
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