«… La instrucción física e intelectual, que conforme a
las reglas de la caballería de la época le impartían, se le quedaba corta. Antonio estaba por otras cosas. En casa de un
bachiller sevillano fue aleccionado en las materias del saber. Aun así, en edad
cercana a los catorce años, ayudaba a su padre acarreando fardos a los mercados
de poblaciones cercanas. Pronto se convirtió en un prolífico viajero en pos de
la sabiduría y del conocimiento…» (pág. 32, Antonio Vallejo Parra, «Viajero del
saber»).
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