«… Luego nos separaríamos, pero del tiempo de «convivencia»
juntos nacería esa «vivencia» mía, vivencia que nunca puede existir si antes no
ha existido una «convivencia». Yo no la he tenido con el padre de la gramática
castellana, pero créanme cuando les digo que existen y persisten verdaderas
vivencias cuando dejamos que el ave de la imaginación vuele y sobrevuele un
pasado que no vivimos, gentes y lugares que no conocimos…» (pág., 48, Blai N.
S., «Bolonia»).
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