Raúl Ordás Fernández, licenciado en Historia del Arte, es escritor y artista. Ha publicado más de una docena de novelas y ensayos. Su obra literaria se complementa con una destacada trayectoria en artes plásticas. Ha expuesto en museos de Castilla y León y Castilla-La Mancha, y sus obras forman parte de colecciones públicas y privadas en España y Europa.
¿Cómo conoció el Premio Orola?
Lo descubrí a través de Escritores.org,
una de esas páginas que uno consulta con regularidad, casi sin darse cuenta, en
busca de convocatorias que despierten algún tipo de resonancia. No fue una
búsqueda dirigida, sino más bien un hallazgo casual, como suelen ser los buenos
hallazgos.
¿Qué
le motivó a concursar?
La pasión por la literatura, sin duda. Esa necesidad —a
veces inexplicable— de escribir y de poner en palabras algo que, por alguna
razón, merece ser contado. También me atrajo el reto que proponía: decir mucho
con muy poco.
¿Había
participado en otras ocasiones?
No, esta ha sido la primera vez que me presento al Premio
Orola. En otros concursos sí he participado, pero este tenía un enfoque
distinto que me llamó la atención.
¿Qué
diferencia a este concurso de otros?
Sobre todo, la concisión que exige. Lo breve, si quiere
tener sentido y no ser banal, necesita precisión, intensidad y una cierta
limpieza. Y si además se pide una referencia histórica que no resulte forzada,
el desafío es aún mayor. Me pareció un ejercicio tan complejo como estimulante.
¿Qué
opinión le merece el tema elegido para este año, Fernando III el Santo?
Me ha parecido excelente. Original, con fondo histórico,
pero también con una carga simbólica que permite múltiples lecturas. No es un
personaje obvio, y eso se agradece.
¿Y cuáles
otros propondría para años posteriores?
¿Cambiaría
algo para mejorar las bases?
No. Creo que son claras, concretas y bien planteadas. Parte
del mérito del concurso está precisamente en lo que no dice, en lo que deja a
la intuición del autor.
¿Por
qué cree que su vivencia ha resultado premiada?
Imagino que por haber conseguido cierto equilibrio: narrar algo íntimo sin caer
en lo sentimental, introducir una referencia histórica sin que resultara
postiza y hacerlo todo en pocas líneas, sin adornos innecesarios pero con algo
de ritmo. Al menos, eso intenté.
¿Tiene
algún otro proyecto literario en mente?
Sí, varios. Estoy en proceso de publicación de algunos
libros y ensayos, entre ellos uno sobre la figura del vampiro en la historia de
la literatura y el arte. También trabajo en una novela corta que verá la luz
próximamente.
¿Animaría
a participar a otros autores en la convocatoria de 2026? ¿Por qué?
Por supuesto. Es un ejercicio literario que exige lo mejor
del oficio: concentración, claridad, precisión. Y además, obliga a pensar bien
lo que uno quiere decir, lo cual no siempre ocurre.
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