¿LA CULTURA TIENE NOMBRE?
De la mano de lo clásico
regresaron Virgilio, Cicerón, Platón, Aristóteles y todo el pensamiento de los
sabios.
Nebrija, desde Bolonia, introdujo
el humanismo en una España renacida que se configuraba como imperio. La
universalidad se extendía a través del conocimiento cruzando fronteras y
océanos hacia la globalización de lo culto y la generalidad de la palabra.
Y en ese culto a la palabra, maese
Antonio habló de estilo, sintaxis y oraciones. Consideró a nuestro
pluscuamperfecto como «acciones que son pasado en el pasado»; al imperfecto lo
llamó «casi acabado» y al futuro «el venidero». Meditó todo de manera
minuciosa y tan cercana…
Hoy, pese a aquel ímprobo y
sofisticado esfuerzo, todo es menos que vulgar. Nada está en su sitio; el
pensamiento es chapucero y las imposiciones vienen de la mano de la ignorancia.
La sombra de lo pueril y la
estupidez atolondrada alejan el alma del conocimiento mientras la cultura se
retuerce entre trompeteros ineptos, que, en nombre de caprichos pasajeros,
llaman modismos populares a vanas ocurrencias que intoxican el idioma más rico
y sabio del mundo. ¿Qué diría el ilustre lebrijano ante la perspectiva de hacer
uso despectivo del artículo en nombre de la innecesaria repetición o de la
invención de palabras absurdas?
¡Qué cansino panorama y qué
ridículo! ¿Dónde ha quedado el culto al verdadero saber y a la «ciencia del
bien hablar y escribir»? ¿La cultura tiene nombre?, ¿le daremos la palabra?
Sonia
M.ª Saavedra de Santiago
Cartagena,
1966.
Abogada,
profesora de Francés y estudiante del Grado de Geografía e Historia.
Premio
literario CERBA por su relato «Un bodeguero en la cocina» (2022).
Publicaciones:
De ratones y estrellas. Diario de un preescolar
(2012); Saluda a Elvis de mi parte (2016) y Ámbar y turquesa
(2021). Igualmente ha colaborado en revistas literarias, antologías y
periódicos digitales con numerosos relatos, poemas y artículos de opinión.
(XVIII Antología)
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