martes, 6 de julio de 2010

DESPEDIDA DE UN SOLDADO

Autor: Manuel Montes Rodríguez, de Alcalá de Henares, Madrid

Nunca me han gustado las despedidas. En esas circunstancias las palabras se enredan con los sentimientos y se agolpan en el pecho, todo él un revoltijo de dudas, presagios y ahogos. Sólo un fuerte abrazo deshace el nudo de la angustia. Así fue aquella tarde, cuando el ocaso se adueñaba de un poniente orlado de nubes enrojecidas y, tras estrecharlo contra nuestros pechos, Astur nos dijo adiós alzando el brazo en señal de despedida: “Todo irá bien, os llamaré desde Herat”.
Una franca sonrisa se adueñó de su faz iluminada de valentía, arrojo y determinación. Era un rostro curtido por un viento secular preñado de gloria, esculpido por la arrogancia del frío septentrión y por la soberana herencia de los Tercios Viejos.
Cuando el avión partió hacia un ya ennegrecido oriente, el dolor y el miedo irisaron las lágrimas que humedecían las mejillas de su madre.
De súbito, una paloma aterrorizada voló, buscando la salida hacia la noche, en la acristalada bóveda de la terminal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario