Miguel Angel Casasola Franco, de Madrid
Nos veíamos cada día porque trabajábamos juntos. Ella tenía novio.
Yo tenía novia.
Adquirí la costumbre de salir a comprar una lata de Coca-Cola a media tarde. Cuando regresaba siempre le ofrecía el primer trago. Ella siempre aceptaba. Se llevaba la lata lentamente a la boca, apretaba los labios contra el borde dando un profundo sorbo y yo, mientras, la miraba ensimismado, anhelante, con delectación. Después nos intercambiábamos la lata y una mirada cómplice. Yo me llevaba la lata lentamente a la boca, apretaba los labios contra el borde dando un profundo sorbo y ella, mientras me miraba ensimismaba, anhelante, con delectación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario