martes, 7 de septiembre de 2010

NUNCA ES TARDE

Juan Fernández Ortiz, de Cervelló, Barcelona


¿Ves como no era tan difícil ser un poco amable y cariñoso con tu mujer?

¿Tanto te costaba demostrarme un poco de ternura a lo largo de estos cuarenta años juntos? Tus celos, tus exigencias, tus nervios, las ocasionales bofetadas que me has dado, ¿de qué nos han servido?

¿Cuándo, en toda nuestra vida en común me habías preguntado, al verme triste o abatida, qué me pasaba? Ha tenido que llegar la enfermedad para que te interesaras por mis dolores o mis pesares. Tú, que al año de casados ya no me dirigías ni una palabra amable.

Sé que es porque ahora te ves perdido, como el niño al que se madre deja solo en un camino, en mitad del bosque, y no sabe hacia dónde debe caminar para encontrarla. Y acudes a mí para que te guíe. Y yo, contenta.

Aunque sea una barbaridad, no me habría importado que esto hubiera acudido muchos años antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario