miércoles, 22 de septiembre de 2010

EL ESPECTÁCULO

Mª del Pilar Alberdi Zubizarreta, de El Rincón de la Victoria, Málaga


Me costó mucho conseguir que alguien tuviese tiempo de olvidarse de su trabajo y amistades y me ayudase a construir una cometa.
Coincidió que la madre de mi amiga dijo que tenía que ir a visitar a su familia en el campo. “¡Qué mejor lugar para echar a volar la cometa!”.
Resultó que allí también había muchos niños.
La empujamos a volar y fuimos felices. Yo, la que más, porque era su dueña. Pero al subir al autobús de largo recorrido para volver a la ciudad, me di cuenta que me la había olvidado.
La madre de mi amiga dijo: “No te preocupes. Volveremos a buscarla.”
Pero no volvimos.
La cometa tenía dibujada una cara de payaso. Creo que fui la única que supo cuánto iba a durar la función: toda una vida… Aún la veo coletear en el cielo. Aún sigue actuando para mí.

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