lunes, 4 de octubre de 2010

HOMEOSTASIS

Berenice Guadarrama Flores, de Distrito Federal, México


A veces como tantos mortales me pregunto: ¿qué sentido tiene todo esto, todo lo que miro, lo que palpo, lo que huelo, lo que respiro?, ¿acaso tendrá algún sentido?, ¿o en realidad no existe ningún sentido?; porque el sentido se lo damos nosotros sin acaso saber para qué se da lo que nunca se pide. Tal vez por ello en este ahora ocupo mi tiempo en pensar y observar. Más cuando intento actuar pareciera que un nudo enorme invadiera mis cuerdas bucales, llenara de arena mi boca y comprimiera mi diafragma, de tal forma que no puedo ser; es una especie de asfixia, de apnea, de muerte. Porque es en ese instante cuando en verdad fenezco, como cualquier individuo que mira sin sospechar acaso que muere a cada instante.

Muero, concientemente muero, sin poder llorar, o dejar escapar un gesto, sólo respiro rehusándome a sucumbir en este laberinto incierto de segundos. Sigo observando aquí, en todas pares y en ninguna. Percibiendo esa soledad que me acompaña, soledad necesaria con el dios a la mitad de la sombra y el diablo a la mitad de la luz, sin poder sollozar o evaporarme y mudar a mi infancia; a aquel día en que por primera vez sentí caminar mi cuerpo y que una a una mis articulaciones funcionaban, desplegándose, fluyendo el tiempo a través de mis sentidos, a través de lo que en ese entonces no conocía y de lo que ahora creo conocer, más no conozco.

Mientras en mi suscita todo esto, en algún lugar del mundo más de una vida está surgiendo y miles se extinguen. Quizá dentro de algunos cuantos años recuerde esta tarde, este momento y siga subsistiendo en mí la búsqueda continua de encontrarle un significado rotundo a las cosas, a ese transitar que lleva la existencia hacia un infinito de puntos cardinales sin entender jamás para qué se vive.

No hay comentarios:

Publicar un comentario