En mis auriculares suena una canción, pero no la escucho;
voy abstraída con mis pensamientos.
De pronto algo llama mi atención y vuelvo al camino.
Paso por delante de un ramo de flores cuidadosamente colocado en el quitamiedos de la carretera.
Aún es temprano.
Quien dejó ese ramo ha madrugado, posiblemente buscando
la soledad del amanecer; imagino también alguna lágrima resbalando por sus mejillas…
Flores frescas para recordar a quien dejó su vida en una curva;
y también para recordarnos a los que estamos vivos lo frágil
y efímera que es la nuestra.
No podemos confiarnos,
ya que podemos perderla en cualquier momento.
Cuando llegue el día, también habrá un ramo de flores
para nosotros; pero no podremos saber cuándo, dónde,
ni quién buscará el amanecer para dejar las flores
que honrarán por siempre nuestra memoria.
Escrita por:
Ana María Martín MartínÁVILA
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