El amor se refleja también en el rostro de quien lo da.
La alegría de quien lo comparte es abundante.
Transforma a todos los seres que quieren degustarlo,
aunque para ello no sean capaces de hacerlo utilizando
los utensilios indicados y lo hagan como los niños pequeños,
¡con los dedos!
¡Qué precioso puede llegar a ser todo visto con ojos de niño!, ¡cómo si fuera la primera vez! ¡Cómo disfrutaríamos de todo! También aprenderíamos a través del ensayo-error,
¡qué maravilla, podríamos equivocarnos!
El hombre es capaz de transformar sus errores en aciertos.
Escrita por:
María Victoria de Miguel Rodríguez
Licenciada en Ciencias de la Educación
Licenciada en Ciencias de la Educación
SANTA CRUZ DE TENERIFE
Autora del libro de poemas “Canto a la Vida” Ed. Publicep
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