Una vez desnuda el alma no queda sino morir,
porque es imposible con ella descubierta
superar el dolor, la tristeza y la sinrazón de esta vida;
sin embargo, si la envuelves cuidadosamente
y la proteges de todo lo que daña,
vivirás,
pero serás un ser diferente,
ajeno a las desgracias,
mas también incapaz de amar.
Muramos pues, desnudos.
Esther Pardiñas de Juana
Doctora en Paleografía
BURGOS
Autora del libro “La mirada del tiempo”
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