La enfermedad aún deja trozos de vida.
Enfermamos por las fragilidades del cuerpo y la mente.
Cada quien, nace ya destinado con una labilidad
que le arrebatará la eternidad a su vida.
Es la muerte más que la vida lo que nos torna humanos.
Y ese silencioso acompañante que es la enfermedad nos habla.
Además de castigarnos con sus golpes, de inflingirnos dolor,
la enfermedad nos susurra o nos grita algo.
Lo importante es dejar de temerle.
Y escuchar lo que nos dice ese mensajero de la muerte.
¿Cesa todo con la muerte?
La enfermedad nos trae el mensaje previo al silencio total
o nos anticipa algo de otra vida.
Sólo que es difícil entender su lenguaje,
su forma tan particular de hablarnos.
En vez de huirle, sólo queda seguir con ella el tránsito
hacia la incógnita que nos ayuda a resolver.
Carlos Goedder
Economista
MADRID
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